AL-ACMES: Contextos y ejes 

 

El proyecto se marca los siguientes objetivos para la consecución del reto en el que se inscribe: “6. Ciencias sociales y humanidades y ciencia con y para la sociedad”. A su vez están alineados con los Objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU números 5, 8, 10, 11, 16 y 17.

1. ¿Por qué Siria?
En el desarrollo del proyecto HAR2013-45578R muchos de los caminos que enlazaban artística y culturalmente a al-Andalus y a Egipto acabaron llevándonos más allá, a Siria, Palestina, Líbano y Jordania. Intelectuales, embajadores, comerciantes y peregrinos andalusíes recalaron en tierras del Bilad al-Sham durante la Antigüedad y la Edad Media, tránsito que se interrumpió en cierta medida con el nacimiento del Imperio Otomano y la rivalidad de las potencias europeas. Si Maimónides puede ser ejemplo de sabio andalusí instalado en Egipto, Ibn ‘Arabi representa a los muchos andalusíes que se instalaron en Damasco y otras ciudades de Siria. Es necesario tener en cuenta que los países mencionados, cuyas fronteras actuales se trazaron por las potencias coloniales europeas a partir de 1918, conformaron una única región en el pasado. El hoy llamado Próximo Oriente, un término aún de tintes coloniales europeos, tuvo durante siglos otros nombres. El nombre de Siria, surgido en época helenística, usado en época bizantina, se transformó a la llegada de los árabes en Bilad al-Sham, la “tierra del norte” (vista con respecto al Hiyaz o Península Árabiga). En el Mediterráneo, los árabes se referían a estas tierras como al-Mashriq y los latinos como el Levante. Hasta la desaparición del Imperio Otomano y las particiones de Francia y Gran Bretaña, la Gran Siria o Bilad al-Sham abarcaba las tierras situadas entre los Montes Tauro de Asia Menor al norte, el río Eufrates al este, el norte de la Península Arábiga al sur y el Mediterráneo al oeste. En 1946, la República Siria conservó el nombre dado por los franceses. De manera que Siria, en términos históricos y culturales, no es sólo la Siria actual sino casi todo el Levante, que durante siglos constituyó un territorio múltiple pero una unidad política, bajo los Omeyas, los Abbasíes, los Ayyubíes, los Mamelucos y los Otomanos. Así también era concebido en la España medieval tal y como se ilustra en el Códice Rico de las Cantigas de Alfonso X que protagoniza Baybars.
Los lazos de Siria con al-Andalus, al igual que con Egipto, son bien conocidos a través de los relatos de los viajeros andalusíes e hispanos y de las formas compartidas visibles en su arquitectura y otras artes. Desde Egeria (s. IV) hasta Domingo Badía (Alí Bey) (Siria 1818), pasando ineludiblemente por Ibn Yubayr (m. 1217) e Ibn Battuta (s. XIV), fueron muchos los andalusíes que se establecieron en Siria (Cahen y Pouzet) y si bien muchos historiadores han resaltado su papel en el ámbito intelectual, apenas se ha estudiado la dimensión artística, económica y política del fenómeno más allá del período omeya (Torres Balbás, CALVO). El estudio de las tipologías arquitectónicas y decorativas (RUIZ SOUZA), los hallazgos más o menos recientes de idénticas piezas de bronce a un lado y a otro del Mediterráneo (AZUAR), los objetos de lujo (SILVA) y los ricos tejidos de múltiples orígenes conservados en la península (RODRÍGUEZ) o la presencia de mercancías andalusíes en los mercados de Anatolia hablan de la vitalidad de los intercambios comerciales entre las dos orillas del Mediterráneo a lo largo de toda la Edad Media (Constable, CALVO). Que Ibn Yubayr e Ibn Jaldun viajaran en barcos italianos hasta las costas de Egipto, Palestina y Sicilia o que los libros alcanzaran una rápida difusión por los centros del saber de todo el Mediterráneo (GONZÁLEZ FERRÍN) no deja de mostrarnos que existían unas redes de intercambio constantes y una cohabitación que a día de hoy parece utópica. Dar a conocer ese pasado compartido, ese patrimonio común debe ayudar a superar las barreras que hoy parecen hacer infranqueable el Mediterráneo.

2. Redes de intercambio científico e intelectual.
En los últimos cinco años y medio, el equipo de investigación ha explorado áreas de conocimiento escasamente transitadas en los estudios del arte y la cultura andalusíes, como las repercusiones artísticas y culturales del intenso tráfico de sabios, artistas, libros y objetos científicos entre al-Andalus y Egipto (En busca del Saber 2018). Una de las aportaciones más importantes ha sido el estudio de los espacios del saber en la península y su relación con los espacios del conocimiento de Egipto, tanto palatinos y seculares como urbanos y religiosos (RUIZ SOUZA, Uscatescu, CALVO CAPILLA, 2018). Esos trabajos mostraron la necesidad de ampliar el foco para incluir Siria, donde recientes estudios de cultura textual, como el proceso de “textualización” de la enseñanza (Hirschler), y de pervivencias de la tradición grecolatina (Uscatescu) han puesto de manifiesto la importancia de ciudades como Alepo, Damasco y otros lugares en el desarrollo de espacios de biblioteca y los específicos para la enseñanza y el cultivo de las ciencias (Tabbaa). Solo así podrá entenderse la rica aportación cultural de esa región a la historia y el patrimonio de la humanidad y en particular de la península ibérica y de Europa (RUIZ SOUZA, PARADA), entendiendo mejor la trascendencia de su pérdida y mostrando a la sociedad la necesidad de su recuperación.
En este sentido, la ciencia en al-Andalus y su posterior difusión a toda la cultura occidental ha sido un tema abordado desde la perspectiva de los objetos y no basándose exclusivamente en los textos como había hecho la historiografía hasta ahora. Entre las aportaciones más destacadas del proyecto están los trabajos de A. HERNÁNDEZ (Investigadora independiente y colaboradora honorifica de la UCM), que formará parte del plan de trabajo, que ha tratado de aunar el estudio de los instrumentos científicos y su contribución a la historia de la ciencia peninsular, sin olvidar la perspectiva de la cultura visual vinculada a la ciencia y su desarrollo (HERNÁNDEZ). El nuevo reto en este aspecto es analizar la doble dimensión científico-artística de instrumentos como los astrolabios, azafeas, cuadrantes, ecuatorios, nocturlabios o relojes solares, pero también las clepsidras o los sofisticados autómatas, y hacerlo en un contexto geográfico más amplio.

3. Planteamientos y problemas historiográficos.
Con frecuencia se ha abordado el estudio de la Edad Media hispana desde visiones reductoras y orientalistas que insisten en sumisiones artísticas, así como en unas fronteras político-religiosas infranqueables entre al-Andalus y los Reinos Hispanos, entre el Islam y el resto de Europa. Estos paradigmas han distorsionado el análisis de nuestra historia, pues olvidan las densas y fructíferas redes de intercambio cultural y artístico existentes en la Península, parte indisoluble de Occidente, y en el Mediterráneo. Los estudios multidisciplinares más recientes, como los realizados por los investigadores de este equipo, muestran un panorama más complejo de nuestro arte medieval, donde al-Andalus constituye una pieza central. Resulta necesario desprenderse de la visión mantenida a lo largo de los siglos XIX y XX por parte de la historiografía, entre una visión “hispanizante” y otra que subraya su carácter exótico, que consideraba al-Andalus de forma aislada (RUIZ SOUZA, CALVO). Otro de los debates historiográficos que suponen un desafío en la comprensión de al-Andalus es el de los inicios del arte del Islam y su encaje en el concepto de la Antigüedad Tardía (GONZÁLEZ FERRÍN, CUENCA ABELLÁN –doctoranda). El análisis del patrimonio conservado es esencial para poder rastrear continuidades, rupturas, transformaciones de larga duración.

4. Viajeros y peregrinos.
Lugares de peregrinación en al-Andalus y el Levante: Santuarios, reliquias y peregrinaciones constituyen uno de los ricos patrimonios culturales del Mediterráneo. Uno de los aspectos más estudiados en los últimos años ha sido el de santuarios y reliquias visitados por peregrinos de las tres religiones monoteístas desde la Antigüedad (Albera-Penicaud). Hoy esos lugares sacros compartidos son cada vez menos, como lo muestra la situación actual en Siria y Palestina. La catástrofe de Siria ha destruido espacios ancestrales de culto como la mezquita de Alepo, donde se hallaban las reliquias de Zacarías, el padre de San Juan Bautista, pero también muchos santuarios islámicos muy venerados desde la Edad Media (como el Maqam Ibrahim en el cementerio sur de Alepo) (Lev, Talmon-Heller). También han desaparecido Monasterios como el de Mar Elian (provincia de Homs) y Deir Mar Musa y se desconoce el estado de uno de los primeros santuarios de peregrinación en Siria, como el monasterio de San Simeón el Estilita (Guidetti-Perini). La memoria colectiva hacía de esos lugares un hilo por el que remontar la historia. Hoy todo se ha perdido: el espacio monumental, el espacio social y el imaginario humano. Se puede reconstruir el primero, pero ¿qué sucederá con los segundos? La multiconfesionalidad de ciertas reliquias y santuarios nace en el periodo medieval y por eso es interesante el acercamiento al fenómeno de las fronteras y a las Cruzadas realizado por J. DODDS (Sarah Lawrence College), a los intercambios con Bizancio (POZA), incorporadas al plan de trabajo del proyecto.

5. Las artes suntuarias han constituido otro de los ejes de la investigación del equipo (SILVA, HERNÁNDEZ).
El proceso de catalogación y estudio de nuevas piezas llevado a cabo se enriquece constantemente con nuevos hallazgos que requieren un análisis detallado. Estos objetos han sido activados múltiples veces a lo largo de la historia y en múltiples ámbitos culturales: cajas de marfil y objetos de metal fabricados en al-Andalus, Egipto o Siria podían desempeñar funciones diversas en la sociedad que las había creado, en función del ámbito donde estuvieran (palacios, iglesias, mezquitas, casas), o bien traspasar las fronteras físicas y cronológicas para recibir un uso distinto en los Reinos cristianos. Los ejemplares conservados en Egipto y Siria (museo Nacional de Damasco y de Alepo) sirven de testimonio de su origen y revelan el expolio sufrido por esta región sobre todo desde su etapa colonial.

6. Una línea de investigación incorporada al proyecto incluye los textiles, un acercamiento multidisciplinar y detallado al estudio del intercambio de conocimiento (científico, industrial, artístico, lingüístico y económico) que propició el comercio textil altomedieval en la Península Ibérica.
Tanto las materias primas –fibras y colorantes- como las manufacturas fueron productos de importación y exportación desde la Antigüedad, especialmente importantes en la economía y la sociedad del mundo islámico medieval (RODRÍGUEZ PEINADO). Sin olvidar la tecnología textil, que se difundió al mismo tiempo que sus producciones. A ello se añade la importancia de los tejidos en la difusión de modelos decorativos e iconográficos trasladados después a la arquitectura y otras artes. El amplio patrimonio conservado, variados objetos de lujo realizados en Egipto, Siria y al-Andalus y conservados en la actualidad en museos y tesoros eclesiásticos de toda Europa, no sólo muestran la universalidad de su lenguaje, sino que también exigen de los investigadores tanto su catalogación como explicar su función y su significado originales (RODRÍGUEZ PEINADO y FELICIANO –Universidad de Pennsylvania). Un estudio de la transmisión científica y cultural sensible a la complejidad del comercio, producción y consumo textil en la Iberia medieval y el Mediterráneo aportará importantes líneas de investigación al proyecto.

7. Sicilia, situada en el centro del Mediterráneo se convirtió entre los siglos VI y XV en un lugar de convergencia entre las culturas del sur y las del norte, este y oeste.
Entre los objetivos del proyecto se encuentra ahondar en las conexiones con al-Andalus y con el mundo islámico, sobre todo durante la etapa de los reyes normandos. Sicilia constituía entonces un puerto seguro en el que recalaron muchos andalusíes y donde la cultura islámica, como comprobó Ibn Yubayr a finales del siglo XII, tenía una presencia importante. P. P. TOCCO (Universidad de Messina) ha iniciado el análisis de las bases de las pretensiones imperiales de Roger II sobre el norte de África y los procesos de aculturación de la Sicilia normanda en sus contactos con Bizancio y el Islam, una vía de estudio que el proyecto se propone recorrer. Las redes de intercambio cultural y económico con el mundo islámico y la península ibérica incluyeron otras regiones de Italia, como la costa amalfitana, que aparece en las crónicas andalusíes desde el siglo IX (SILVA, RABASCO —FPI, UCM). Los contactos artísticos e intelectuales fueron igualmente intensos con los reinos cristianos de la Península, donde el papel de los promotores tiene un papel relevante, como empiezan a revelar los estudios de M. POZA (Universidad Complutense).

8. Al-Andalus y su proyección en el arte bajomedieval de los reinos hispanos y europeos.
La cultura andalusí bajomedieval fue mucho más allá de las fronteras políticas de sus territorios. Formulaciones arquitectónicas claramente andalusíes, así como un sinfín de objetos de procedencia islámica llegaron con gran éxito a muchos reinos peninsulares y europeos. Los contactos comerciales y las negociaciones políticas iban acompañadas a menudo del interés por las artes, las ciencias y, en general, por la rica cultura andalusí. El arte reflejó de manera excepcional la relevancia de aquellos contactos, la existencia de unos ámbitos compartidos y de unas expresiones comunes (RUIZ SOUZA, PARADA—CSIC- Juan de la Cierva, ). Esto es especialmente visible en la Corona de Castilla y León, como han mostrado estudios sobre el uso de la epigrafía árabe de MARQUER (Université de Lyon), incorporada al plan de estudio del presente proyecto. Los “discursos de inclusión” visibles en el arte medieval se rompieron en el mundo contemporáneo, muy especialmente a partir del siglo XVIII, cuando desde una supuesta razón única se definieron los principios de un teórico arte occidental (RUIZ SOUZA, FUENTES—Contratado predoctoral UCM-CAM).

9. Recuperación y explicación del patrimonio cultural islámico en su contexto histórico.
El patrimonio tangible (artefactos, edificios y lugares) ha desempeñado siempre un papel fundamental en la construcción de una nación y en su identidad, también en el Próximo y Medio Oriente. Resulta preocupante que el discurso referido al patrimonio cultural de Oriente Medio esté dominado indefectiblemente por el manto negativo de la destrucción, sin apenas debate y excluyendo las voces locales y críticas. En Occidente el marco de discusión suele ser la destrucción del patrimonio y se delibera casi exclusivamente sobre los autores de la destrucción y sus motivos. Es decir, se establece la siguiente ecuación: Oriente=destrucción, Occidente=salvación, un discurso que lleva en práctica desde el siglo XIX (Brusius, 2017) y que justifica en gran medida el expolio de piezas y su llegada a los museos occidentales, privando al arte de contexto. La falta de reflexión sobre las prácticas de conservación de patrimonio impide entenderlas desde perspectivas diversas y adaptarlas a realidades culturales diferentes donde las establecidas no son válidas, lo que es especialmente elocuente cuando se trata de patrimonio cultural islámico, que suele estar ausente de los debates. El falso tópico del iconoclasmo permanece firmemente implantado en el discurso popular (Rico, 2017) por lo que hay que preguntarse cómo pueden los estudios de patrimonio integrar al Islam y a la población local en los debates sobre el patrimonio dañado y perdido en Siria de manera que se evite la actual distorsión. Las experiencias previas, por ejemplo en la ex-Yugoslavia (DODDS 1999), pueden ser de gran ayuda. Asimismo, será vital para el desarrollo de este objetivo el trabajo de campo realizado por los IP del proyecto en sus varias estancias de investigación en Siria, en concreto en Damasco (Institut Français du Proche Orient), anteriores al estallido de la guerra.
En el terreno museográfico, el objetivo es evitar la distorsión que se produce en algunos museos, donde al-Andalus y el Islam aparece representado con relatos monolíticos en torno a la religión y a veces como algo exógeno a la cultura occidental. Por ejemplo, las esculturas romanas de Madinat al-Zahra (Córdoba) no expuestas hasta ahora porque no encajan en la explicación de un palacio islámico. Son trofeos museísticos sin función (ni siquiera se explica ésta en la cartela) ni significado (capas de significado histórico).