Desde la década de 1990 asistimos una profunda renovación historiográfica sobre el papel de los individuos y las comunidades extranjeras en la Monarquía española del Antiguo Régimen (HERZOG 2003, BINASCO 2013). Estos estudios, sin embargo, se han centrado hasta ahora en los grupos procedentes de la Europa occidental, con los cuales el rey de España mantenía los vínculos más fuertes: las comunidades mejor conocidas a día de hoy son la genovesa para el siglo XVII (HERRERO SÁNCHEZ 2011), la francesa para el XVIII (SALAS AUSÉNS 2010), y la irlandesa (RECIO MORALES 2012) y la flamenca para ambas centurias (VERMIER 2011; GLESENER 2011). La historiografía relacionada con los extranjeros sigue estando muy activa a día de hoy entre los modernistas españoles e hispanistas en general, como lo demuestran los encuentros entre especialistas, los proyectos de investigación y las últimas publicaciones (AGLIETTI 2013; GARCÍA GARCÍA 2014; GONZÁLEZ CRUZ 2014; RUIZ IBÁÑEZ 2015). Si se comparan estos resultados con el panorama de los estudios sobre la presencia en España y la América española de los individuos y grupos vinculados al Imperio otomano, ésta última resulta bastante desconocida. Admitida la idea del enfrentamiento permanente entre el Rey Católico y el Sultán otomano, la presencia de “turcos” ha sido generalmente considerada en el caso preciso de la esclavitud o de los miembres de las dinastías musulmanas exiliadas (ALONSO ACERO 2006; BARRIO GOZALO 2006).

Además, se ha considerado tradicionalmente que el dominio español se limitaba a la parte occidental de Europa y del Mediterráneo, mientras que la parte oriental estaba bajo la influencia de otras potencias, aliadas o rivales de España, como Venecia, el Papado y Francia para el Mediterráneo, y Austria, Rusia y Polonia para la Europa balcánica. De este modo la supuesta debilidad de la presencia española en el Oriente ha llevado a reducir el estudio de las relaciones con el Imperio otomano a las regencias magrebíes, desconectando a menudo esos territorios de su dimensión imperial. Por otra parte, la cuestión morisca y el Islam “regnícola” han sido estudiados abundantemente en el marco peninsular, mientras que los estudios recientes apuntan a la importancia de estos colectivos en su exilio turco y magrebí como conectores entre el Oriente y el Occidente mediterráneo (GARCIA-ARENAL et RODRIGUEZ MEDIANO 2010; GARCÍA-ARENAL y WIEGERS 2012).